Cocción de un dulce de peras

Illustracion kaAún es temprano para ser de noche, sin embargo la luz. El dulce de peras en gestación aún tiene trozos de fruta, y trozos de casa de mamá: en cualquier momento podés entrar a la cocina caminando y salir montado en una alfombra voladora de ciruelas frutilla durazno zapallo. Tomé prestadas costumbres suyas y junto a mis reglas construyo mi espacio: Las paredes son hojas en blanco para escribir con marcador;  todos son bienvenidos salvo quien mienta; el dulce debe ser siempre casero; se debe practicar el ocio a diario, ahora que se puede; la cama nunca desecha; «luego» existe y es un buen momento. Entonces construyo y lo deseable se adueña del aire y la materia. Deseo reformular los impulsos. Construyo y me deconstruyo con una confianza sin motivos más que el nacer desde el centro y tomando todo, tomando todo menos forma (hoy). La ansiedad la quito haciendo y deshaciendo funciones de cine, y la verdad es que mal que le pese al sustantivo «productividad», podría seguir haciéndolo un buen tiempo.

[Ese niño dejaría de llorar sí:  a- Tuviese una abuela más amorosa y menos aristócrata b- Probase este dulce de peras en camino, llenando bien una cuchara bien de madera y bien soplada que está caliente.]

Me construyo con azúcar orgánica y tinta de infinitas lapiceras, en medio de una ciudad de trigales de cemento en la escala equivocada. Extiendo lazos de colores con los seres más luminosos que se acercan, y así se apacigua también la lucha conmigo misma y con mil preguntas más. Es que soy eso, pregunta, que a menudo se responde con puntos grises (y hoy eso es un acto de rebeldía, ya sabemos).
Pruebo el dulce con los dedos solo por sentirme más viva con lo caliente. Mi cuerpo me dice tantas cosas a la vez que parece que de momento se alineó con el mundo multitasking. Me pide que por favor descanse, que por favor abrace un árbol que por favor lo bese a A que por favor siga meditando que por favor no tenga miedo que por favor me quede en mi cama. Opté por hacer dulce de peras y amor, y llevarlo a la casa de las poetas. Opto por creer que hay poesía en un cielo que es azul y ya. Basta de pedirle más cuestiones al cielo. Me paro abrigada de cara a la brisa y dejo que limpie mis manos. Recuerdo que antes me enredaba el pelo…Ahora tiene cada vez menos cosas que enredar: puede enredarme las letras, que siempre son cadenitas tan perfectas, puede enredarme los flecos de las ropas. Hoy (hoy) no puede enredarme las ideas, porque pasé la noche despierta peinándolas, y las trencé cuidadosamente. Hoy (hoy) son un tejido firme que al menos durará hasta mañana. Y ahora el dulce está listo.

– Este post forma parte de una serie en la que genero letras a partir de las imágenes de la ilustradora Karen Antorveza, no pierdan la oportunidad de conocer su trabajo 🙂 Y comparto este disco, que me acompañó durante la escritura. 

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